jueves, 23 de febrero de 2017

Aquí y ahora

La situación éstos días ha empeorado un poco. El descontrol de medicación de mi madre ha echo que tenga que tomar la decisión de volver a traerla a vivir conmigo.
Ella padece un trastorno bipolar y depresión desde hace más de veinte años por la mala vida que siempre le dio mi padre. Esto no es nuevo, ni algo que nadie sepa. Si tuviera que describirla o decir una palabra que la definiera, sin duda sería la de guerrera. Luchadora. Una incansable madre y mejor persona. Cuando éramos pequeños recuerdo que íbamos a visitarla los días de fiesta al hospital donde ha trabajado toda su vida, y la admiraba. Sus compañeras la querían con locura; los pacientes, a los que nos presentaba con orgullo, nos llenaban de halagos y se "meaban de risa" con las gracias y chistes que contaba... y esque si algo la caracterizaba, era una alegría y vitalidad enorme, todo lo contrario a la actualidad.
Ahora no es una inútil, pero roza la incapacidad. No es un trasto, ni una carga, tampoco es dependiente 100%, pero no es ella. Bajo mi punto de vista, necesita ayuda para casi todas las actividades de la vida diaria.
El mundo se me cayó encima cuando por diciembre del pasado 2015 me di cuenta del estado en el que estaba mi madre. Tras la enfermedad de mi hermano, la cual nos cogió por sorpresa, ella dejó de cuidarse. Bastaron unos meses para que su cuerpo y mente llegaran a un descontrol inimaginable. Hinchada de la medicación que se autoadministraba, con euforia y agresividad por el efecto de las mismas y sin una correcta percepción del estado en el que se encontraba. Así empezó mi 2016. Con mi madre más "pa allá que pa acá", mi hermano con una depresión que no lo dejaba ni salir a comprar el pan, y para colmo mi nueva vida en la costa, en un trabajo nuevo, donde los primeros días no fueron el período óptimo de adaptación que yo había imaginado.
De esto hace poco más de un año, y la historia se repite. Hay días que me pregunto por qué a mí. Qué he tenido que hacer en otra vida o qué lección quiere el universo que aprenda para llevarme al borde de la desesperación. ¿Qué es lo correcto? Está claro que mi madre me necesita, aunque ella no lo crea. Yo no quiero agradecimientos, con dejarse ayudar me basta. Pero con mi hermano la historia es distinta. Él no quiere ayuda, no tiene problemas, o sí, su mayor problema soy yo, que "lo envidio porque todo le sale bien" soy una asquerosa, que "sólo quiero que la gente (supongo que se refiere a mi familia) piensen que soy buena y ejemplar" y "voy en contra suya". Dios mío... no sabe él ni nadie lo sola y vacía que me siento a veces... las noches que paso envidiando tener un hermano con el que poder desahogarme, poder criticar al mundo, unidos por lo que hemos pasado en la vida... todo lo malo que te desee yo, que me pase a mí mil veces... Pero hay que pensar que no está bien, que no es él tampoco, y que no se da cuenta de la realidad... difícil, muy difícil.

miércoles, 22 de febrero de 2017

De fin a principio

Podría empezar por la infancia; sería lo más fácil y lo correcto, pero entonces no sería yo, con desorden vital y sin encontrar una punta a la que llamar principio. Así que empiezo por el estado actual. Soltera (conociendo a una persona💖), con una madre con trastorno bipolar y empeoramiento de la depresión por el consumo indebido de medicación, y un hermano con una enfermedad mental por culpa de una adicción. Es algo que todo mi entorno sabe, porque no es la discreción la palabra que defina a mi familia, a parte de vivir en un pequeño pueblo, que eso tampoco ayuda. A esto podemos sumar un padre, que nunca ha ejercido como tal, alcohólico y con problemas varios, una abuela paterna que necesita atención (ya que su hijo con suerte va a verla un par de veces a la semana) y dos perros adoptados (uno de ellos sin pata y con algunos problemillas con la prótesis que le pusieron). Hay gente que me recrimina que me busco los problemas, por ejemplo con Dama, la pastora alemán que adopté. He tenido que escuchar todo tipo de barbaridades con ella... gente inculta, que me llegó a animar para que le pusiera una "indición" para que la sacrificaran. Que con lo que yo llevo, qué falta me hacía el perro. Ilusos... son mi alegría, mis ganas de vivir, ganas de quererlos, protegerlos y hacerles una vida perruna estupenda, pero he llegado a la conclusión de que " quien nunca ha amado a un animal, tiene una parte de su alma vacía ".
Bueno ¡¡¡Sigo que me pierdo!!!
Seguimos con mi trabajo, al que he vuelto después de un año de desconexión que creía necesaria y en el que he aprendido aún más. Soy auxiliar de enfermería en una residencia de ancianos, donde reina el alzhéimer y demencia; aunque a veces es psicológicamente duro, es mi vía de escape, donde me siento útil ayudando a los abuelicos, haciéndole cada uno de sus días más fáciles. Aquí llevo nueve años, sin contar el pasado 2016. Hace poco más de un año, decidí que necesitaba un descanso, relax, un año sabático; harta del trabajo, compañeras, abuelos y de mí misma. 2016 ... el que pensaba yo que iba a ser un buen año, MI AÑO... uno de los peores de mi vida.
Vivo sola, en un piso alquilado de mi tío, encima de casa de mi madre; es la cuarta o quinta vivienda que tengo (espero que esta sea por mucho tiempo), pero lleva unos días conmigo mi madre, por el último empeoramiento. Hace unos diez años que salí de mi casa, la mejor decisión de mi vida.
La situación en mi casa nunca ha sido buena, pero con dieciocho o diecinueve años era ya imposible. Mi hermano siempre ha sido muy agresivo, tal vez por las palizas que recibíamos de pequeños. Para mi madre, él siempre ha sido su ojito derecho, y yo, una envidiosa. Ahí a lo mejor tenía algo de razón, pero la culpa no es del todo mía. Recuerdo unos reyes, yo tendría ocho o nueve años, ya no creía en ellos porque no tuvieron (al menos así lo creo yo) la delicadeza de otros padres de guardarnos la inocencia a esta edad. Aquel día, solamente había un paquete debajo del árbol. Cuando fuimos a abrirlo, la sorpresa fue mutua: una equipación del Real Madrid, que lógicamente, no era para mí. Mi pregunta, tan pequeña, era por qué, a pesar de haber tenido unas notas excelentes, lo contrario a mi hermano, yo no tenía nada, a lo que mi padre me contestó que no supo qué comprarme. Esta sólo era una de las primeras decepciones.
Como en casi todos los hogares, yo era la de Papá (increíble jajaja) y mi hermano el de Mamá. Mi mala suerte llegó cuando mis padres se separaron pocos años después, quedándome sola con mi madre y mi hermano. 
Lo que decía al principio... he terminado contando pinceladas de la infancia, pero así soy yo. Me voy de un tema a otro como Tarzán de liana en liana. El próximo más y mejor. :)

3, 2, 1 ...

😅 Mi vida es una puta mierda. Partiendo de esa base, os doy la bienvenida a mi blog.

Cansada de escuchar consejos y críticas, he decidido abrir el blog. Han sido muchas las veces que he pensado en escribirlo, pero mi primera pregunta era: ¿¿Pero dónde vas flipada, 😂 qué te crees, la Echevarría?? La segunda: Oye, ¿por qué no? La tercera era una afirmación: ¡ Has heredado la bipolaridad de tu madre hija! La vida supongo que no es fácil para nadie; hay una frase muy buena que dice que "si los problemas te hacen más fuerte, yo me convertiré en Rambo", y así estoy yo, que no siento las piernas...
Soy de las que piensa que cada uno ve sus problemas más grandes, peores, "más problemas", lo de los demás son tonterías, pero los 30 años que voy a cumplir cada día se hacen más difíciles.
A pesar de todo, será por la bipolaridad 😅 hay días en los que soy inmensamente feliz, alegre y tengo ganas de seguir viviendo... otros, me encantaría tener una pistola y acabar con todo. Son palabras mayores pero tan ciertas como cada una de las experiencias que contaré, porque creo que ha llegado el momento de que todo el mundo me conozca, y así puedan hablar sobre mi camino, poniéndose mis zapatos.